Cómo gestionar profesionalmente una situación de excepcional emergencia.
En una situación de emergencia, nuestra mente suele disparar los pensamientos y acciones automáticas: «no hay tiempo de pensar» parece decir. Por ello, nos afloran pensamientos espontáneos, preprogramados por la experiencia anterior, por nuestras creencias y por nuestras reflexiones pasadas. En función de esta experiencia anterior adoptamos un actitud (positiva, negativa, activa, pasiva,…) y esta a su vez, favorece «mecánicamente» la producción de un tipo de pensamientos u otros. Lo interesante es que aunque estos pensamientos automaticos son, muchas veces inconscientes, en la práctica tienen gran poder sobre nuestros actos y consecuentemente sobre nuestros resultados. El proceso es rápido y, mas o menos, se puede secuenciar así:
1º 2º 3º 4º Actitud Pensamiento Conducta Resultado
La forma de gestionar esto es ser consciente de desde dónde partimos cada uno para entender cuales serán los probables resultados.
Uno de los pensadores de empresa más influyentes los últimos años, Stephen Covey, autor del famoso best seller “Siete hábitos de la gente altamente efectiva” con más de 20 millones de libros vendidos en 38 idiomas. Nos recordaba que en la vida todos tenemos dos círculos a nuestro alrededor: el círculo de influencia y el de la preocupación.
El círculo de la influencia es aquello sobre lo que nosotros podemos actuar, dónde podemos hacer algo para cambiar o contribuir al mundo. Por otra parte, el circulo de la preocupación es todo lo que queda fuera de nuestro control, variables de situación ante las que no podemos actuar. Dependiendo en qué circulo nos situemos, adoptaremos una actitud diferente.
Las personas que se concentran en el círculo de la preocupación suelen ser pasivos o reactivos.
Tienden a quejarse, a acusar, a confiar en la suerte, enfocarse en el pasado, etc. Emocionalmente, se dejan seducir por el miedo y eso les lleva a la parálisis, la agresividad o la autodestrucción. Si se hipoteca la atención en el circulo de preocupación se pierde eficacia. Las personas que se quedan ahí, pueden ser un polo de energía negativa para sí mismos y para su entorno.
Por otro lado, las personas que se focalizan en el circulo de la influencia, miran desde el presente al futuro, tratan de conocer sus recursos y buscan cómo pueden usarlos para resolver las dificultades, esto les lleva a ser positivos, proactivos y creativos.
Permanecer en el circulo de influencia, aporta poder y eficacia. Así, poco a poco, ensanchamos el circulo, ganamos control sobre la situación. Ganamos confianza para vencer al círculo de la preocupación.
Por ello, para diagnósicar de qué actitud partimos, hemos de preguntarnos a cada paso: ¿En qué círculo estoy invirtiendo mi tiempo y mi energía?
La siguiente tabla te puede ayudar a valorarlo. Analiza qué pensamientos suelen aparecer en tu mente ante una situación de emergencia, frustración o cambio ¿Qué comentas a tu alrededor? ¿Qué te dices a ti mismo? Haz una marca junto a la respuesta que más se acerque a lo que tu tiendes a pensar en esas circunstancias.
Pensamientos de preocupación | √ | Pensamientos de influencia | √ |
Es culpa de … | Estamos todos en el mismo barco | ||
Esto irá a peor | Es duro pero, siempre hay alguna salida | ||
En estas circunstancias no se puede | ¿Qué es lo mínimo que puede ayudar? | ||
Hay que esperar a que pase la racha | ¿Qué alternativas quedan? | ||
(otros) Tenían que haber… | ¿Qué puedo hacer? | ||
Estamos rodeados de inútiles | ¿Qué podemos aportar cada uno? | ||
¡Qué mal! | ¿Por dónde? |
Suma tus respuestas y verás que si tienes más marcas en la columna de la preocupación tiendes más hacia una actitud de queja y si la mayoría están en la columna de influencia tiendes hacia una actitud creativa.
Preocupación | Influencia |
Queja | Creatividad |