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por @ValeraMariscal, management, psicología, gamificación, innovación

La jaula de la ergonomía y pensamiento crítico

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La ergonomía es una celda de aire – Valmar of Littletower

Un entorno crítico: ¿Sabemos pensar? 

El pensamiento crítico supone energía, entrenamiento, y tiempo. Sí, parece demasiado exigente para ser popular.

A esto sumamos que es una gran ventaja para los manipuladores de masas contar con un público que no se cuestione la información que recibe o los datos que se presentan. El resultado el aumento de la tendencia es tragar ideas sin masticar, es decir pensar poco y sólo si es necesario, preferimos que nos lo den pensado.

Sin embargo, el pensamiento crítico está la segunda de las 10 competencias clave para prosperar en el siglo en la 4ª revolución industrial que ya iniciamos.

El pensamiento crítico como cualquier tipo de pensamiento (lógico, abstracto, creativo,..)  para sacarle partido requiere voluntad y entrenamiento.

Pero para ello, tenemos que salir de la trampa de la comodidad. El pensamiento consume energía y el cuerpo tiende a ahorrarla. La economía cerebral funciona de la misma forma que la agilidad corporal si no se entrena se va perdiendo.

La jaula de la Ergonomía.

Nuestro cuerpo tiene gran potencial de movimiento, y al mismo tiempo busca la comodidad. La ergonomía es la ciencia que hace adaptar el entorno para que nuestros movimientos no sean forzados, sean eficientes (ahorren energía) y nos encontremos cómodos.

En la naturaleza no hay ergonomía, el hombre primitivo se adaptaba al espacio y a los objetos. Ahora mediante los diseños ergonómicos es a la inversa el entorno se adapta a nosotros. Estamos tan acostumbrados a estar en sillas cómodas no aguantamos un minuto sentados en el suelo o en una piedra. Son tan cómodos los asientos que eliminan la voluntad de moverse. Pero además, ya tenemos herramientas que nos facilitan la vida sin movimientos, estamos llenos de manos libres, controles remotos y domótica. Moverse cada vez es más un esfuerzo mental. Si no te lo propones puedes vivir casi sin usar el esfuerzo físico.

Al pensamiento le pasa lo mismo, tenemos tan a mano razonamientos precocinados y fáciles de entender que no necesitamos razonar por nosotros mismos. Nuestra capacidad de adaptación va mermando.

Nos admiramos de proezas físicas como la elasticidad de los gimnastas, la agilidad de los dedos de un pianista, o la fortaleza de un alpinista. Sin embargo olvidamos que con algo de tiempo y esfuerzo podríamos estar muy cerca de ellos o superarlos.

Podremos intuir que, por nuestros hábitos acomodados apenas usamos menos del 10% de lo que podemos conseguir con nuestra capacidad física.

En el caso del cerebro se dice continuamente esto mismo, apelando a poderes mágicos u ocultos de nuestra mente. Sin embarto, el único poder mágico demostrado es esforzarse y ponerse a practicar.

Podrás volar si te levantas, dejas la comodidad atrás, abres la puerta y escapas de la jaula de la ergonomía mental.

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