La reunión se convocó a las 16,00, comenzó a las 16,25.
El final previsto era a las 18,00 terminó a las 21,30.
El asunto era complicado y luego, pues eso, se habló del proyecto K que salió mal por culpa de… y ellos que fue por los de…, y los de, que los de,… y yo miré mi movil, vi la foto de mis hijos, miré la hora. Se hacía tarde, dijo el jefe. Volvimos al asunto, bueno al primer punto. Se abrió el debate, ya más flojo, hubo risas, la Eurocopa, acordaron cosas, bostecé por dentro. Anoté todo, aporté lo que pude. Fuimos cerrando, a punto por minuto y nos quedaron dos, los dejamos para el jueves. Salimos, subí al coche, conduje de noche, ya casi solo. Llegue a casa, los niños dormidos, me recibe el sueño, una cena sin plato y a la cama, estoy muerto. Mañana, una voz oscura en la madrugada: levántate y anda.
Resultados votación primera semana:
MAD on 06/07/2012 at 07:05 said:
Podrías incluso continuarlo con otro microrelato. Llegó el jueves, la reunión se convocó a las 16:00, comenzó a las 16:25…
¿Por qué esta historia es tan recurrente? ¿Qué hay de la planificación de las reuniones, el timing…?
Juan J. F. Valera Mariscal on 06/07/2012 at 07:58 said:
Gracias MAD, esa es la llaga en la que quería poner el dedo.
Jose Miguel Bolivar (@jmbolivar) on 06/07/2012 at 22:59 said:
La pregunta realmente sería, ¿para qué reuniones? ¿por qué asistencia obligatoria? Convocar una reunión debería implicar reflejar el coste de la misma en una lista junto con el nombre del convocante y que luego hubiera que justificar el retorno de dicha inversión o respondieras de ello con tu bonus o similar. Verías que pronto desaparecían el 90% de las reuniones 🙂
Juan J. F. Valera Mariscal on 08/07/2012 at 09:58 said:
José Miguel, buena idea. En una organización que trabajé, se redujeron las reuniones inútiles complicando el sistema de organización de las mismas. No se podía organizar una reunión a menos que avisaras con una semana de antelación a los asistentes, incluyeras objetivos, y la razón por la que la persona debería participar. Tenía algunos detalles más pero eso fue mágico. La gente puso las largas a la hora de mirar el tiempo 🙂
Por cierto, no es si has leído el otro relatito titulado «Un momento» donde también se ve la perdidas que hay por las interrupciones de los jefes con sus consultas improvisadas y algún detalle más.