«Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero…»
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero…»
(Bartolomé y Lupercio Leonardo de Argensola, S. XVI)
Gracias a Dios, los tiempos de las charlas monótonas, que se perdían en el horizonte de un auditorio gris y narcolépsico, están terminando. Hoy las conferencias y las formaciones son «de impacto».
Es una ventaja poder contar con la creatividad, estética, variedad y calidad escénica de las formaciones que actualmente se ofertan a las empresas. Parece que va calando que la formación es un fin y no un método y que éste deberá adaptarse en función de las realidades, hay muchos caminos para un buen aprendizaje. Actualmente, está valorándose la innovación y se está viendo que transmitir contenidos emocionantes hace que la formación se retenga e interiorice con más profundidad. Y esto, además con el añadido de que mejora la satisfacción de los asistentes, que prefieren para sus siestas el cómodo sofá del domingo.
Pero ¡Cuidado! a ver si nos pasamos al otro lado y nos olvidamos a qué veníamos. Podemos quedarnos absortos, atrapados por la brillantina y el glamour del espectáculo, incluso terminar completamente satisfechos sin saber si estábamos a setas o a Rolex.
Por ello, considero útil apuntar algunas ideas sobre cuándo no están indicados estos formatos impactantes y cuándo si son recomendables:
No tienen sentido cuando:
- No existe una base pedagógica.
- No hay coherencia entre el diseño de la formación y los objetivos.
- No hay tiempo para la explotación de las experiencias, es decir, debates en grupo, conclusiones.
- Si no favorecen la realización de un plan de acción aplicable.
- Si solamente se recuerda, qué divertido era y qué bien nos lo pasamos.
- Es tan atractivo que nos olvidemos de los objetivos de la formación a la hora de comprarlos.
- Nos encanta y nos hace olvidarnos de cual era el destino del presupuesto de formación.
Son recomendables cuando:
- Ayudan a llegar al objetivo de formación.
- Se trata de crear una experiencia positiva de equipo u organización.
- Contribuyen a fijar y comprender conceptos.
- Fomentan la activad y práctica de habilidades clave por parte de los alumnos, como en los juegos.
- Provocan una actitud positiva a hacia la materia de formación.
- Energizan y dinamizan el aprendizaje
- Ayuda a la transferencia de los contenidos al puesto de trabajo para mejorar los resultados.
- En resumidas cuentas, cuando se rentabiliza el presupuesto de formación porque potencian resultados.
En general debemos optar por aquellas prácticas avaladas por la experiencia y asentadas en fundamentos pedagógicos.
Hemos de estar alerta, cuando la innovación se limita a una cuestión de packaging y su objetivo es ser atractivo más a quién los compra, que a quién los usa. Algo así como ocurre con algunos trailers y con los bombones, cuyas cajas hacen que la tentación de comprarlos pese más que el propio contenido.
La puesta en escena es importante, y en algunos casos fundamental, no por ello debemos de dejar de preguntarnos ¿Cuál debe ser el peso en la comunicación de la parte efectista y cuál el del contenido efectivo?
Las empresas necesitan más formación de la que cabe en el presupuesto, eso es un hecho. Como siempre, hacen falta más recursos de los que se dispone. Por ello, es importante gestionarlos de forma inteligente y saber ver primero qué necesitamos y luego cómo lo vestimos. En estos tiempos, hay que cuidar cada céntimo. Hemos de ser precavidos, ya que algunos formatos, están diseñados pensando más en el efecto que produce en la venta del proyecto, que con vistas a hacer más eficaz la capacitación de los asistentes.
Por ello, no olvidemos las 7 claves de la buena gestión de la formación:
- realizar un análisis de necesidades correcto,
- definir objetivos,
- establecer las prioridades,
- diseñar los planes e itinerarios formativos,
- definir las acciones y su contenido,
- ponerlas en práctica
- y evaluar los resultados.
Hay que enfocar los objetivos, mirar el presupuesto y evaluar resultados no vaya a ser que al final, por espejismos, tengamos más caja que bombones.
Y para terminar de regalo, este soneto de Quevedo para pensar sobre lo que compramos:
¿TAN GRANDE PRECIO PONES A LA ESCAMA? SONETO
(Francisco de Quevedo)
¿Tan grande precio pones a la escama?
Ya fuera más barato, bien mirado,
comprar el pescador, y no el pescado,
en que tanta moneda se derrama.
Ya fuera más barato, bien mirado,
comprar el pescador, y no el pescado,
en que tanta moneda se derrama.
No el pescado que comes, mas la fama,
lo caro y lo remoto, es lo preciado,
pues de los peces de otro mar cargado
lleva tu sueño vuelcos a la cama.
lo caro y lo remoto, es lo preciado,
pues de los peces de otro mar cargado
lleva tu sueño vuelcos a la cama.
Yo invidio al que te vende la murena
que entre Caribdi y Scila resbalaba,
pues más su bolsa que tu vientre llena.
que entre Caribdi y Scila resbalaba,
pues más su bolsa que tu vientre llena.
Das grande precio por lo que otro alaba;
más es la tuya adulación que cena,
y más tu hacienda que tu hambre acaba.
más es la tuya adulación que cena,
y más tu hacienda que tu hambre acaba.